terraza con vivienda Modolell

Terraza Modolell

En este ático singular, la terraza, más grande que la propia vivienda, se transforma en el verdadero hogar. Con zonas de descanso, cocina al aire libre, pérgola y vegetación cuidadosamente dispuesta, el espacio ofrece privacidad, estilo y confort todo el año. Un proyecto de Teodora y Julia Casals que redefine el lujo de vivir en las alturas.

Como curiosidad nos encontramos con una terraza que supera en metros cuadrados a la vivienda, convirtiéndose en el espacio principal de un ático completamente equipado con vegetación, pérgola, cocina, ducha, solárium, zona comedor y zona de descanso.

El espacio realizado por Teodora en colaboración con la interiorista Julia Casals contaba con la premisa de ser el único paisaje visual que se iba a disfrutar desde las estancias interiores. Desde la entrada a la vivienda, pasando por la cocina y el salón, la panorámica de la terraza es adictiva y la altura proporciona a los propietarios el aislamiento necesario para disfrutar de una intimidad total. Todo ello transmite la sensación de vivir en lo alto de una colina con unos exteriores a medida de cortes geométricos y firme regular para el confort y disfrute de sus usuarios.

Tanto el pavimento como los paramentos y el mobiliario fijo de toda la terraza se han unificado con madera técnica de textura roble americano combinando cromáticamente con el resto de mobiliario exento y textiles. Siendo el color negro presente en los toldos, perfilerías metálicas y fuentes de luz, aporta el contraste justo para dar carácter y estilo.

La pérgola se ha instalado estratégicamente en un lateral de la terraza para no hacer sombra al interior de la vivienda y para no obstaculizar la sensación de amplitud que se percibe transitando por sus estancias. La cubierta de la pérgola es de listones de madera tropical y protege del sol a la cocina y al comedor. En el mismo lateral también se ha instalado una ducha mural panelada perfecta para bajar la temperatura corporal sin tener que acceder al apartamento.

La cocina tiene unas dimensiones justas pero suficientes para los usos de los propietarios: Un fregadero, una zona de manipulación y una barbacoa. La encimera es de granito zimbawe mate a juego con la grifería, pomos y barbacoa. Y del mismo material se ha realizado todo el frontal para facilitar su limpieza y proteger el panel posterior de madera alistonada que enmarca la cocina y da paso a un discreto rincón de almacenaje sólo perceptible por la manilla de color negro.

Un banco hecho a medida con doble anchura recorre desde la cocina para dar un asiento justo y ergonómico a los comensales hasta la zona chill-out donde se ensancha para dar holgura a los momentos más relajados y distendidos de las veladas. Por delante del banco se han colocado dos butacas metálicas con doble capa de pintura resistente a las inclemencias meteorológicas con la finalidad de no tener que preocuparse de su cuidado durante los 365 días del año.

La barandilla repite la textura alistonada de la cocina con la finalidad de dirigir la mirada por encima de ella (y evitar así fijarse en los edificios por debajo de su horizonte) a la vez que deja pasar la luz a través de sus vacíos dibujando un baile de varillas en el suelo que se mueven al compás del sol induciendo singularidad a cada momento del día.

La zona ajardinada compuesta de macetas de diferentes diámetros y alturas incluye un olivo con tronco escultural y copa frondosa, una aromática perenne, y una arbustiva multicromática y tupida. Es el lugar perfecto para acoger un rincón de lectura iluminado con una lámpara de pie con pantalla textilene que tamiza la luz aportando emoción a la escena.